El sábado fue la comunión y los días que le precedieron fueron de locura. Y no por los preparativos ni mucho menos, sino por trabajo y quehaceres diarios.
El viernes por la tarde tuvimos un evento que nos hizo llegar a casa a las diez de la noche. Cenas, baños, acostar niñas, cortarme el bajo del pantalón, coserlo, planchar vestidos y dejar listo todo el atrezzo para el día siguiente. Cargar el maletero del coche con todas las chuches y enseres para montar la Candy Bar en el restaurante, las cajitas con los regalos para los invitados, los recordatorios…total… las cuatro de la mañana.
Puse el despertador a las siete. A las 9,45 teníamos que salir de casa porque el fotógrafo nos esperaba a las 10,00 y la ceremonia empezaba a las 11,00h y antes de todo eso iba a a pasar por el restaurante a montar la mesa de chuches.
Supongo que el despertador sonó, pero no soy consciente de oírlo. Sé que me desperté de sobresalto a las 9,00 y que aunque la mañana de antes había ido a la pelu (para ahorrar tiempo), la falta de costumbre que tiene mi pelo de manos profesionales hizo que se revelase y apareciera cada pelo por un lado, así que otro sobresalto y a la ducha de cabeza (nunca mejor dicho).
A todo esto las 9,15h y mis prioridades eran ellas. Decidí dar importancia sólo a lo que era importante y ese día lo importante eran ellas. La comunionera y su hermana. Así que una vez vestidas, peinadas y enjoyadas (entiéndase por joyas la medalla y el clásico conjunto de comunión de pendientes, anillo y pulsera) me enfundé el mono, me hice 3 rizos, cogí mi clutch fucsia prestado por mi vecina (que la noche de antes me lo dejó colgado en la puerta de casa) y me fui poniendo el rímel a la vez que me ponía los zapatos.
Mi hija fue feliz y no notó si yo llevaba tres rizos o cuatro, mejor o peor hechos, tampoco se percató si mi maquillaje era todo lo correcto que debería. La ceremonia fue preciosa y la vivimos todos con mucha emoción. Cuando llegamos al restaurante entre mis amigas y yo montamos la mesa de chuches en un pis pas y disfrutamos todos muchísimo.
Fue un día muy feliz para toda la familia y amigos que estuvieron con nosotras. Lo vivimos intensamente, nos reímos y también lloramos. Fue tan intenso que cuando llegué a casa me di cuenta que excepto las fotos del fotógrafo….¡yo no había hecho ni una! pero tengo todas en mi retina y ahí seguirán.
Como testimonio de mi atuendo sólo tengo unas fotos que me hicieron según iba para el coche y un selfie que me hice antes de salir, así que es lo que os puedo enseñar… sé que lo entendéis porque sabéis que el sábado yo no era la protagonista.

Y de las protagonistas… ¡esta foto que me acaban de mandar!

Mil besos y mil gracias por ayudarme a elegir…